Utilizamos este rincón para expresar nuestros sentimientos y vivencias diarias.
martes, 18 de junio de 2013
El niño televisor
Érase una vez un niño llamado Antonio.
Tenía 9 años y vivía con sus padres en un bloque donde había muchos niños de su edad. Justo al lado de su casa hay un gran parque donde sus vecinos bajan a jugar con sus perros y con sus amigos y amigas. Antonio, después del colegio, cada día bajaba a su perra Monza al parque. Le lanzaba palos y huesos y los traía. Jugaba con otros perros y se lo pasaban muy requetebién.
Un día Antonio vio por la televisión un anuncio de unos juegos que se podían ver a través de la pantalla del televisor. Le gustó muchísimo. Resulta que era una Play Station 3, nada más y nada menos, que se juega con un mando a distancia. Es un juguete que se puede usar en solitario o acompañado. Antonio le dijo a su papá y a su mamá: "¡ yo quiero eso, papi, mami !".
Su mamá le contestó:"¡no, no, debe ser muy caro y tienes muchos juguetes en tu habitación que casi no utilizas!"
El niño comenzó a llorar. No paró en una hora. Lloró tanto, tanto, tanto, que se inundó la casa de lágrimas. Tuviron que salir por la ventana nadando.
El salón parecía una piscina olímpica. Tuvieron que llamar a los bomberos. Abrieron la puerta con un hacha y el agua salió disparada lanzando a los bomberos escaleras abajo.
Al día siguiente, la casa ya estaba vacía. Antonio estaba más tranquilo, su madre le prometió que le compraría para su cumpleaños ese juguete que vio por la televisión.
Se había salido con la suya.
Llegó el día de su cumpleaños. Organizaron una fiesta en su casa y vinieron todos sus familiares y amigos.
Su padre había colocado debajo de la mesa los regalos y le dijo a su hijo que se asomara para darle una gran sorpresa.
Cuando apagó las velas, Antonio se agachó y vio unos regalos envueltos en un papel muy bonito. Entre los regalos había un balón, un coche teledirigido, dos libros de aventuras y el juguete que tanto le gustó por la televisión.
Antonio sólo se fijó en ese aparato que tenía 4 botones y que su madre enchufó a la nueva televisión (la otra se había estropeado el día que lloró tanto). Los otros juguetes se quedaron abandonados en el suelo.
Todos los niños, las niñas, los adultos y las adultas se quedaron embobados mirando la pantalla. Unos muñequitos saltaban como locos pegando puñetazos y patadas a unos monstruos muy extraños que huían asustados.
Ya era muy tarde y todos sus familiares y amigos se marcharon a sus casas. El cumpleaños había terminado, pero Antonio siguió jugando con la consola. Su mamá y su papá le dejaron jugar un rato más porque era su cumpleaños. Cuando pasaron dos horas, Antonio se quedó dormido en el sofá con el mando entre sus manos. Su mamá se acercó despacito para no despertarle y le arropó con una mantita de cuadros. Apagó la televisión y el juego, y se fue a la ducha.
El silencio inundó el salón. De pronto un muñequito asomó su narizota por la pantalla del televisor nuevo, miró hacia la derecha y después hacia la izquierda para ver que todo el mundo dormía.
Pero vio una luz en el cuarto de baño. Entonces salió despacio de la televisión para no despertar a Antonio. El muñequito llevaba una gorra roja con una M de "mago" pintada de negro.
El muñequito era un mago que tenía poderes mágicos y venía de un lejano planeta. Se trasladaba de un lado a otro a travès de los cables de la televisiòn. Se acercó a Antonio y lo miró fijamente. De sus ojos salieron dos enormes rayos y apuntaron directamente a la cabeza de Antonio. De repente, su cabeza se transformó en un televisor de 40 pulgadas.
La madre de Antonio salió del baño y fue a comprobar si su hijo seguía jugando a la Play.
Al entrar al salón vio sobre el sofá un televisor con el cuerpo de su hijo. Dio un brinco y un grito enorme. Despertó a su marido, y el perro salió de su camita para acercarse a curiosear.
También se despertó Antonio, abrió los ojos y al abrirlos se iluminó el salón. Menudo susto se pegó él y toda su familia. Comenzó a escuchar un pitido raro que salía de su cabeza. Se tocó con las manos la cabeza y notó que era cuadrada. Se sintió bastante sorprendido e incómodo. Decidió levantarse del sofá y acercarse a su madre y a su padre. Pero algo se lo impidió. la cabeza le pesaba tanto que casi se cae al suelo, así que se quedó sentado.
A partir de ese día las cosas comenzaron a cambiar en la casa de Antonio. El niño ya no podía pasear con su perra Monza ni jugar con sus amigos ni amigas en el parque. Era imposible hacer todo eso porque no se podía mover del sofá. Tampoco podía comer. Lo único que podía comer era electricidad a través de los cables enchufados. Aquel barullo que escuchó el primer día no dejaba de sonar en su cabeza, así que a Antonio le daban ganas de tirar de los cables y apagarse, pero si hacía eso no podía ver a sus padres y a su perra.
Un buen día, mientras se merendaba unos cuantos voltios, apareció el mago de la gorra roja. Salió de su cabeza y se colocó delante de Antonio muy serio.
- Hola Antonio. No sé si me conoces, pero vengo a darte una gran lección - dijo el muñequito.
- Ay, qué susto. No sé si estoy dormido o despierto -gritó el niño.
- Lo que te voy a decir te servirá para toda tu vida. Tendrás que aprender muchas cosas - comenzó a hablar el muñequito. - Con mis poderes he convertido tu cabeza, por un tiempo, en una gran televisión. Ha sido un pequeño castigo por estar demasiado tiempo delante del ordenador.
- Y... ¿me voy a quedar toda la vida así? -dijo llorando Antonio. Cuando se pone triste los cables se le cruzan y en ese momento se le cruzaron los cables y no dejó de llorar en un rato.
- Por supuesto que no -afirmó el mago. - Pero antes tendrás que saber que es muy peligroso jugar mucho a la Play y ver mucho la tele.
Entonces el mago le dijo que si a partir de ahora él jugara menos y viera menos la tele, la cabeza volvería a ser la suya.
Antonio, a partir de ahora, jugó sólo un ratito al día con ese juguete y poco a poco su cabeza empezó a transformarse en una cabeza humana, con pelos, ojos, orejas, boca y nariz.
A partir de entonces empezó a salir al parque con su perra Monza, como hacía antes. También llamó a todos sus amigos y amigas porque los había olvidado durante muchos días.
Antonio se sintió muy happy y se dio cuenta de que jugar con las máquinas y ver mucho la tele te hace sentir muy solo.
Y así fue como Antonio aprendió la lección.
FIN
Participantes en este cuento de grupo:
-David (2º)
-Diego (3º)
-Iván (2º )
-Paula (5º)
-Víctor (5º)
-Antonio (4º)
-Eva (P.T)
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